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Feliz Navidad Mr Lawrence

por BORJA MUREL

Hoy le toca el turno a una de las películas que marcó mi infancia. “Feliz Navidad Mr Lawrence” de Nagisa Oshima. La película con la que comenzó mi auténtica fascinación y devoción por David Bowie. Corría la primavera de 1990, cuando en TeleMadrid emitieron esta película un jueves por la noche. Había visto el anuncio de la misma un rato antes de su emisión, en el que justo mostraban la escena cumbre del argumento, y no pude evitar poner mi (entonces moderno) video Vhs en formato de grabación. Al día siguiente todos los compañeros de clase la comentamos en el autobús de camino al colegio.

Hoy en día la homosexualidad es un tema bastante trillado en el mundo del cine y que no supone ninguna novedad en pantalla, pero cuando se rodó esta película, en el año 1982, rompió una serie de tabúes que hasta entonces pocas películas se habían atrevido a abordar.

El filme se desarrolla en un campo de concentración japonés durante la 2ª Guerra Mundial. Un oficial británico Lawrence se encarga de ser el intérprete y enlace entre la cultura nipona y los prisioneros de guerra de distintas nacionalidades. El Capitán Yonoi dirige, con mano dura y estrictos códigos de honor (que no todos logran comprender), el campo de concentración. Todo toma un giro inesperado con la llegada de un nuevo prisionero, el soldado Jack Celliers, por el que el Capitán Yonoi siente una irrefrenable atracción, que trata de ocultar al resto de soldados japonenses, pero que Celliers aprovechará para ganar el pulso a los soldados orientales.


La película puede hacerse tediosa en un principio debido a que las conversaciones japonesas están subtituladas (haciendo énfasis en el no entendimiento entre ambas culturas), pero a medida que va desarrollándose el argumento, la historia va aumentado su atractivo hiperrealista, emocionando y dañando a partes iguales al espectador.

Dirigida por Nagisha Oshima, famoso por su polémico drama erótico “El Imperio de los Sentidos”, “Feliz Navidad Mr Lawrence”está basada en el bestseller “La Semilla y El Sembrador” de Sir Lawrence Van Der Post, un maravilloso relato dividido en tres partes, que aquí el director decide aunar con gran éxito. El filme cuenta con un reparto de lo más variopinto y atractivo. David Bowie da vida al revolucionario soldado Jack Celliers, en la que es su mejor interpretación para la gran pantalla. Consigue un personaje cargado de matices y demuestra que es tan buen actor como músico. El oscarizado compositor japonés Ryuichi Sakamoto se encarga de dar vida al Capitán Yonoi, así como de la partitura musical del filme, que es una delicia. Tom Conti, un actor clásico del mundo del teatro y la televisión británica, da vida al soldado Lawrence, que sirve de intérprete entre los japoneses y los británicos. Takeshi Kitano, que después se convertiría en uno de los directores japoneses más afamados, hace aquí su debut como actor en el papel del Sargento Hara, amigo inseparable de Lawrence.

La película profundiza de forma admirable en los valores humanos, en las diferencias culturales y en las relaciones que se establecen entre prisionero / carcelero en un campo de concentración; haciendo gran hincapié en las injusticias que trae consigo la guerra, con suma crudeza e hiperrealismo. A pesar de tratarse de una película enmarcada dentro del género bélico, o antibélico para ser más exactos, aquí no hay apenas acción, lo que sí que encontramos son unas conversaciones impagables entre todos los personajes.

Hay una escena, que trataré de no desvelar para no estropear el efecto sorpresa de la película, que tiene lugar cerca del final del metraje (cuando Celliers se abre camino entre los soldados hacia Yonoi) que es para mí uno de los momentos cumbres del cine actual; perfectamente coreografiado, musicalizado y rodado.

Recientemente Christopher Nolan (responsable del resurgir de la saga Batman) ha incluido “Feliz Navidad Mr Lawrence” entre sus diez filmes favoritos. Yo sólo espero que encontréis un momento especial para visualizar esta hermosa y profunda película; y que cuando lleguen los lacrimógenos títulos de crédito finales os sintáis tan conmovidos como me sentí yo la primera vez que la vi.

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